Generalmente acostumbro dedicar esta columna a los nuevos acontecimientos arquitectónicos que se convierten en arte urbana de nuestra zona metropolitana. Hoy, en lugar de comentar sobre un par de astros celestes nuevos, vale la pena comentar brevemente sobre la reciente reforma fiscal presentada por el gobierno federal.
Sin duda, gravar la actividad inmobiliaria y los créditos hipotecarios tendrá resultados negativos sobre el sector. Además de frenar la movilidad en vivienda (que reducirá el volumen de operaciones) la medida incentivará la autoconstrucción. Se contrapone esta medida al deseo de verticalizar las ciudades, dado que los departamentos requieren mayormente de créditos hipotecarios.
Pareciera que los requerimientos de recursos para financiar un gobierno con poco margen de maniobra lo están orillando a tomar decisiones que frenen la actividad económica. Visto desde el ángulo inmobiliario, la reforma no generará mayor recaudación dado que la compra de vivienda (para uso e inversión) tiene una demanda elástica.
Gravar los créditos hipotecarios me parece la medida de mayor impacto de los temas propuestos. El costo financiero comparativo de una hipoteca de nuestra ciudad contra uno de Estados Unidos es mayor a 5 veces. Con este incremento la percepción del costo compuesto para el cliente sería aún mayor.
Sin duda debemos de presionar a nuestros legisladores por buscar alternativas que efectivamente incentiven la recaudación. Frenar la actividad inmobiliaria no es una de esas opciones.
*Carlos Muñoz es activista para proteger los derechos inmobiliarios del país. Puedes contactarlo en carlos@grupo4s.com
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