Desde hace tiempo decidimos prohibir las palabras de “calidad de vida” y “estilo de vida” en los proyectos y cursos de 4S. ¿Por qué lo hicimos? Porque el ramo ha abusado de esos dos conceptos y está totalmente perdida su definición. Resulta que calidad de vida la hay en cualquier proyecto, o por lo menos eso dice el 80% de la publicidad de cualquier ciudad Latinoamericana.

En una reflexión filosófica del tema, nos parece que es una mentira que el ramo se dedique a vender calidad de vida. En ese supuesto, seríamos nosotros quienes estuviéramos educando al cliente sobre qué es lo que debe ser más significativo e importante. No creo que debamos ni seamos capaces de lograrlo. Tenemos que ser los guías pero basándonos en un profundo entendimiento de sus deseos y sueños.
Y entonces, ¿qué vendemos?
Según nuestra interpretación, el valor más importante de un proyecto inmobiliario será reunir a un grupo de gente común, un clan. Esas cuatro letras son poderosas en su definición, ya que implican que estamos creando comunidad con un propósito central.
De acuerdo a la definición de clan:
“El vínculo del clan puede estar tan ampliamente arraigado, que determina relaciones especiales con todas las personas del mismo, aunque estén fuera del ámbito territorial propio, incluso aunque habiten a gran distancia y nunca hayan previamente tenido contacto entre sí.”

Si logramos reunir a un clan en un proyecto logramos tres valores fundamentales:
– Podemos crear un producto más fino, con especial énfasis en preferencias puntuales y con un apego estricto al nicho que atendemos.
– Unimos a un grupo humano en función de un propósito común, lo cual además facilita el proceso de referenciación.
– Generamos comunidad, lo cual es el sueño máximo del urbanismo humano.
Quizás la palabra no sea la más romántica, pero es un llamado claro: dejemos de usar calidad de vida como bandera. En el futuro de productos extraordinarios de propósito claro y que generen comunidad, ocupamos un nuevo término.