Veo mucha preocupación en el mundo de los desarrolladores inmobiliarios de oficinas. Todos exclaman que sus mercados están saturados, sobre ofertados, ultra-competidos. Increíblemente, por otra parte del mundo, WeWork se burla de todos los indicadores “preocupantes” del mercado y ha crecido a ser la empresa más valiosa del mundo –sin ser dueño de un solo metro cuadrado de oficinas-. Está en más de 40 mercados y está por llegar a los mercados Latinoamericanos, de los mismos que nos quejamos.
¿Qué separa estas dos realidades tan antagónicas?
Una sola palabra.
La propincuidad. Aunque prefiero escribirlo en inglés como se predicó originalmente en la investigación del MIT: propinquity effect.

Este efecto se define como la tendencia de la gente a formar relaciones –personales  o de trabajo- con las personas que se topa frecuentemente. En estos encuentros ocasionales hay una relación invisible que se va fortaleciendo con el tiempo. A nivel profesional estos lazos serán el combustible principal para la innovación, el tejido de equipos de trabajo e incluso el apoyo para resolver problemas con enfoques no-tradicionales.
La fortaleza de los núcleos de trabajo de WeWork radica en la capacidad que tienen por incrementar el propinquity effect. Lo logran al planear cuidadosamente el interiorismo para incrementar nuestros encuentros ocasionales y forjar estas relaciones invisibles. En el momento que el lugar de trabajo forma estas redes –que bien pueden crear colaboración, innovación, ventas, intercambio de ideas o hasta amistades- le da un valor diferente. El valor deja de medirse en metros cuadrados y se transforma en puntos de vida.
Para las startups el valor es infinito. Por ello es que más de la mitad de las comunidades de estos centros está en iniciativas de este tipo. Este es un segmento muy poderoso porque es enorme y además está muy mal servido en la actualidad. Pero el poder de este efecto no termina ahí. Increíblemente, hasta el 30% de las personas en WeWork pueden ser de empresas grandes (o corporativos) que usualmente habíamos pensado estarían en los formatos tradicionales de oficinas. ¿La razón? Los corporativos también valoran la propincuidad. Le da vitalidad a las organizaciones, provoca innovación –o los llamados intrapreneurs- y mejora la cultura de la organización.

Hoy nos encontramos asesorando a múltiples proyectos de oficinas que preparan su transición de la venta de cajas de obra gris a verdaderos nidos de propincuidad. Esos serán los distritos de innovación más importantes del futuro.
Si quieres saber como logramos estos cambios, escríbeme: carlos@grupo4s.com
*Carlos Muñoz 4S se encarga del diccionario disruptivo del ramo inmobiliario. Está preparando junto a Gustavo Ortolá un diccionario especial de conceptos inmobiliarios radicales. Búscalo en: carlos@grupo4s.com
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