La nueva gastronomía inmobiliaria experiencial

Hace algunos meses tuve la oportunidad de ir a Medellín a impartir uno de mis cursos de 50 lecciones que he llevado a todo el continente. Al día siguiente de mi presentación, uno de los participantes me invita a ver un proyecto potencial que estaba por desarrollar. Los tiempos me lo permitían, así que decidí acompañarlo. No tardamos mucho en acercarnos al sitio del supuesto desarrollo, pero cuando llegamos me estaba arrepintiendo de la visita. Nos estacionamos en la parte posterior de lo que parecía una bodega vieja abandonada. En la zona no se veía gran movimiento ni señas de una excavación u obra. ¿Habíamos llegado al lugar correcto? Me empezaba a imaginar lo peor…
Justo cuando me empezaba a poner más impaciente, Jorge me abre la puerta trasera y revela lo que apenas se empezaba a construir. La bodega por dentro era en realidad una joya para desarrollar. Toda la construcción elaborada con un tabique rojo casi romántico y esculturas de luz natural formándose a través de los huecos que provocó el tiempo. Por el frente de la propiedad, la bodega colindaba con un extraordinario parque público y estaba muy cerca de oficinas importantes. No se como no había visto la magia al llegar al lugar.

Después de presentarme algunas ideas básicas, Jorge García (el desarrollador) rápidamente me comentó el reto: crear el nuevo mercado gastronómico de Medellín. Un lugar que no solamente fuera un punto de referencia local, sino para cualquier visitante a la ciudad. Queremos crear un ícono en “gastronomía inmobiliaria experiencial”, me comentaba con una seguridad palpable. En todo momento Jorge mostraba la pasión que le tenía al proyecto. No era el dinero el que lo motivaba, sino la pasión de crear el lugar que merecía la cultura gastronómica de su ciudad.
En ese momento me invitó a unirme al proyecto, y ahí mismo comenzamos a trabajar. Reunimos a todo el equipo de construcción que estaba en sitio y sin previa preparación, comenzamos a rayar los planos con los que se estaba trabajando. Todo aquello pasó con tal naturalidad que parecía que llevábamos años de conocernos y trabajar juntos.
Aclaro que la medalla del proyecto no es de 4S, sino del extraordinario equipo de desarrollo. Nuestra participación en la conceptualización del proyecto permitió robustecer ingredientes clave que conformaron esta nueva visión:
1. La gastronomía como creador de comunidad. En un lugar de estos, mucha de la experiencia es como convives con el resto de los visitantes al lugar. No solo se trata tu grupo de amistades, sino de cómo se dan los encuentros no planeados. Rediseñamos espacios específicamente diseñados para forzar comunidad y crear un lugar que se preocupa por buscar lazos personales.
2. Los nuevos conceptos de experiencia y autenticidad gastronómica. No se puede hablar de un mercado de experiencias utilizando conceptos de fast food. Mucho del trabajo implicó la curaduría de las experiencias gastronómicas y como asegurarse de que los conceptos que se establecieran rompieran esquemas y se atrevieran a presentar algo que fuera novedoso y auténtico. La curaduría de los locatarios fue clave en el proceso.
3. El entretenimiento vinculado a la experiencia gastronómica. Aún y cuando vamos a comer, no podemos pensar en una experiencia lineal de consumo de alimentos. Cada espacio comercial que se genere debe tener alma de entretenimiento. Fue así como se fortaleció el área de conciertos y la inclusión del FEEC (fondo especial de experiencias, entretenimiento y comunidad del cual puedes leer más aquí).

4. Las anclas artificiales necesarias para fortalecer la experiencia del proyecto. Como hemos venido predicando, los proyectos comerciales fungen también como nuestros espacios públicos. En ese sentido, tenemos que crear espacios que provoquen reunión de tribus específicas y que sean verdaderos destinos dentro del proyecto. El mercado del Río presume una gran mezcla de conceptos de soporte.
5. La importancia de un modelo de negocio que aporte valor al locatario. Los desarrolladores de temas comerciales siempre esperan que sus locatarios paguen rentas fijas desde el día 1, sin importar que resultado tengan ellos. Los incentivos no pudieran estar más desalineados. En el mercado del Río, todos los módulos tienen una renta variable. Bajo este esquema, todos estamos en el mismo barco.
6. La integración del espacio público. En Latinoamérica tratamos cada proyecto como un castillo medieval que se tiene que proteger de su peligroso entorno y alrededores. En el caso del mercado del Río parte del reto fue como integrarnos al espacio público colindante. En todos nuestros proyectos, el reto es como podemos abrirnos más a la ciudad e integrar un civismo inmobiliario a nuestra visión de desarrollo.
Es fundamental que nos demos cuenta que el componente gastronómico es quizás el motor más importante para centros comerciales de mediana y pequeña escala. Sin embargo, seguimos entregando cajas de obra gris, esperando que sean los restauranteros quienes aporten la magia a nuestros espacios muertos.

El desarrollador inmobiliario debe asumir el reto de generar estos mercados de experiencias, así como hace muchos años construíamos mercados de commodities. Hoy las experiencias están en todo el espectro de consumo, sin embargo, los espacios bajo los cuales operan parecen no entender esta realidad. Aquí es donde está la oportunidad para desarrolladores que se atrevan a salir del gris.
El Mercado del Río acaba de abrir sus puertas en Medellín la semana pasada. Sobra decir que el lanzamiento ha sido un éxito brutal. Será una recomendación obligada para cualquier visitante a Medellín y para aquellos desarrolladores que quieran afrontar el reto de crear gastronomía inmobiliaria experiencial.
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*Carlos Muñoz 4S es el chef inmobiliario más reconocido de Latinoamérica. Sus recetas contribuyen a un continente lleno de gastronomía inmobiliaria experiencial. Encuéntralo en: carlos@grupo4s.com
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